martes, 21 de febrero de 2012

El gozo de orar, ayunar y dar limosna

La misma Biblia, pero también la tradición cuaresmal de la Iglesia , siempre nos invitó a la conversión, fundamentándola por parte de Dios en su gracia que nunca nos faltará, y por la nuestra, en la oración, el ayuno y la limosna. Por la primera, decíamos nos abríamos a Dios, por el segundo a nuestra liberación personal, y por la tercera, a los demás. Y por todo ello, un tiempo como el de Cuaresma, lejos de producirnos una cierta alergia, puede y debe inyectarnos la más pura de las alegrías: la de un auténtico rejuvenecimiento espiritual.


Vivamos la Cuaresma como un tiempo de gracia, conversión, y rejuvenecimiento espiritual


Solo el Espíritu puede rejuvenecernos de verdad porque es vida, Él es Señor y dador de vida. Es el Espíritu quien rejuvenece constantemente a la Iglesia  con la fuerza del evangelio (LG,4). Sin Él  nuestra vida se vuelve rutinaria, miedosa, nostálgica del pasado. Sin el Espíritu, la Iglesia se torna fría y llena de arrugas y de manías. Con la ayuda del Espíritu podemos someternos en esta Cuaresma a una cura de rejuvenecimiento -y alegría-, basada en la conversión.

Lo dice claramente el antiguo libro del pastor de Hermas:"Los que hicieron penitencia, es decir, los que se comprometieron a fondo en un proceso de conversión, se tornarán jóvenes en todo su ser y estarán firmes como sobre cimiento, con tal que se conviertan de todo corazón"
Practiquemos el ayuno, la limosna y la oración. Son tres ejercicios para el rejuvenecimiento de gran tradición y con garantía. Y son inseparables porque se complementan mutuamente. "Estas tres cosas, oración, ayuno y misericordia, son una sola cosa y se vitalizan recíprocamente. El ayuno es el alma de la oración y la misericordia, la vida del ayuno. Que nadie trate de dividirlos, pues no pueden separarse. El que tiene solamente una y no tiene las tres juntas, no tiene nada. Por eso quien ora, ayune. Quien ayuna, tenga misericordia"

No hay comentarios: