domingo, 1 de enero de 2012

Epifanía




Los sabios, personas inquietas y buscadoras,  demuestran que quienes miran  llegan a ver y que quienes buscan consiguen encontrar. Representan una sabiduría poco común: la de quienes saben leer los signos de los tiempos y entienden que la salvación de la humanidad no está en la prepotencia y el poder, sino en la sencillez, 

la ternura y la bondad.

¿Dónde está Jesús? ¿Qué respondo? 

¿Qué “estrellas” sigo en mi camino?

En mi ambiente familiar, laboral, de amistad... ¿Soy “estrella” que conduce a Jesús?  

¿Veo la cantidad de signos y mensajes que Jesús me envía para que lo descubra y lo manifieste?

Las personas poderosas se sienten perseguidas y amenazadas, temen perder sus seguridades, su poder, su sillón y su palacio, y actúan con miedo y a la defensiva. Les hacen      temblar las personas buscadoras de la verdad y de la luz.

Los paganos, aunque no conocen las Escrituras, están atentos  a las señales del cielo. 
Herodes y sus consejeros, que sí las conocen, no descubren a Jesús en ellas ni quieren encontrarlo. 
¿Vivo mi fe como costumbre y falsa seguridad o como camino y búsqueda?

El relato de los magos, exclusivo de Mateo, nos ayuda a comprender que al misterio de Dios se llega también por caminos diferentes al religioso.

Los magos, Herodes y los escribas nos muestran las distintas formas de actuar que tenemos las personas ante una misma señal; diferentes actitudes que reflejan los deseos, las ilusiones, los sentimientos, las ambiciones... que tiene cada persona.

Los magos sienten alegría, se ponen en camino, reconocen a Jesús y le adoran.
Herodes, los sumos sacerdotes y los maestros de la ley se inquietan ante la noticia, actúan ladinamente y planean la muerte del Niño.
En su largo y laborioso camino buscan, ven, se cuestionan, creen, adoran, ofrecen,  se transforman... 

El deseo de la verdad y de la luz ponen en movimiento para buscar, descubrir  y manifestar a Jesús. Quien se cree en posesión de la verdad no siente la necesidad de buscarla.

Ponerse en camino supone desprendimiento, salir de uno mismo, dejar seguridades, desinstalación, superar miedos, aceptar la sorpresa y la novedad.

Para encontrar a Jesús es necesario ponerse en camino. 
Encontrarlo es la mayor alegría.

Al encontrar lo que buscan, los magos sienten necesidad de adorar. 

La verdadera adoración no es un signo externo, es “en espíritu y en verdad”, 
supone un  compromiso y una entrega radical. 
La adoración conlleva la ofrenda de unos dones... Los magos ofrecen al Niño todo lo que tienen, se ofrecen a sí mismos, con actitud de respeto, admiración y silencio. Adorar, descubrir la cercanía y la bondad de Dios, sentir alegría y agradecimiento, reconocer el misterio, son actitudes propias de toda persona creyente ante Dios.

¿Forma parte de mi vida la búsqueda, la admiración, la contemplación, la alegría,

 el agradecimiento?

¿Qué “regalos” ofrezco a Jesús y a l@s demás?

El encuentro con Jesús les hace cambiar de camino. Símbolo de conversión interior. Recorren caminos nuevos porque son personas nuevas. Es el cambio de vida que abre la fe. Ya no necesitan el poder de Herodes ni el saber de los escribas. 

Han experimentado la inmensa alegría del encuentro con una Persona que dará un nuevo sentido a su vida, a todo lo que hagan y les suceda en el futuro.

Encontrar a Jesús cambia la vida. Esa puede ser la consecuencia de nuestra búsqueda y encuentro con Él: la transformación de nuestras vidas.

La capacidad de tomar otro camino.