Así caminamos. Así avanzamos. Así salimos adelante. En
tiempos ligeros, y en horas de crisis. En días luminosos y en noches sombrías.
Cuando nos sentimos poderosos, y cuando nos sabemos impotentes. Con las manos
desnudas. Con tanta fragilidad que a veces parece que nos vamos a romper. Pero
no nos rompemos, porque la fuerza que nos sostiene es diferente: es el amor que
no posee; es la fe que nada entre preguntas; es el servicio que a veces no
sirve para nada; es la riqueza que no atesora cifras, sino historias.
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