Señor mío y Dios mío

Existimos desde el Ilimitado

Nos imponen límites y nos empequeñecemos, pero vivimos en comunión con el Ilimitado.
Dudamos de nosotros y nos devaluamos, pero vamos bajo la mirada de la Bondad.
Nos dividimos nos enfrentamos, pero todos recibimos la vida desde la Unidad.
Nos clasificamos en perfectos y deformes, pero todos somos habitados por la Belleza.
Tememos nuestra oscuridad nos escondemos, pero somos iluminados por la Verdad.
¿Quién puede poner límite al amor de Dios por nosotros? ¿Quién puede ponernos límites si sólo podemos ser
en el amor de Dios?. (Benjamín G. Buelta, SJ)

 

Liturgia del domingo

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¡Alegrémonos, ha Resucitado!

Apariciones

Se convirtió en faro para muchos que vagaban perdidos en la tormenta y sacudidos por las olas.
Se convirtió en refugio, lugar al que regresábamos sabiendo que siempre encontraríamos un abrazo sanador, un plato en la mesa y una palabra oportuna.
Se convirtió en mar en el que nos zambullíamos para recobrar la pasión primera.
Se convirtió en árbol, con dos grandes ramas que apuntaban al cielo, pero, dobladas por el peso de sus frutos, nos envolvían a todos.
Se convirtió en canción, y a veces sonaba muy dentro reavivando memorias y proyectos.
Se convirtió en misterio, una pregunta eterna que nos libera para siempre de la prisión de las certezas.
(José María R. Olaizola, SJ)

 

Liturgia del domingo

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Por ti… Por mi…

 

Tu cruz, mi vuelo

En tu cruz, Señor, solo hay dos palos, el que apunta como una flecha al cielo y el que acuesta tus brazos.
No hay cruz sin ellos y no hay vuelo. Sin ellos no hay abrazo. Abrazar y volar, ansias del hombre en celo.
Abrazar esta tierra y llevármela dentro.
Enséñame a ser tu abrazo. Y tu pecho. A ser regazo tuyo y camino hacia Ti de regreso.
Pero no camino mío, sino con muchos dentro. Dime cómo se ama hasta el extremo.
Y convierte en ave la cruz que ya llevo. ¡O que me lleva! porque ya estoy en vuelo.
(Ignacio Iglesias, SJ)

 

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